UNIDAD CENTROAMERICANA

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El Art. 55 de la Cn. expresa que los fines de la educación son entre otros: "...conocer la realidad nacional e identificarse con los VALORES DE LA NACIONALIDAD salvadoreña, y propiciar la UNIDAD DEL PUEBLO CENTROAMERICANO..."

lunes, 7 de diciembre de 2015

Cultivo de las facultades intelectuales

Moral práctica

Dr. David J. Guzmán
Para poder servirse de facultades tan ingentes como son las que se refieren a la inteligencia, es necesario, primero, saber en que consisten estas facultades para emplearlas en el decurso de la vida. Me limitaré, pues, a pasarlas en breve revista, para no ensanchar mucho los límites de este trabajo.

1°.- La razón. Entre las facultades que más elevan al hombre, la razón es la verdadera revelación de la verdad y de la sabiduría, puesto que es la que por un lado esclarece y toca el destino humano, y por otro nos une al Ser Supremo. La razón es una luz y no una fuerza; luz que ilumina el derrotero de las cosas humanas; fuerza que ejecuta es la voluntad. Esa luz de la razón es la que se proyecta en los senos de la conciencia para ordenar a ésta lo que es bueno y prohibirle lo malo, y en esto consiste la naturaleza insuperable de la razón que, al alumbrar la obscuridad en que puede estar la conciencia, destruye las sombras del error y hace vivir grande e inmortal la verdad. De tal modo, que la razón viene a ser la única guía que nos conduce al bien y a la virtud; y en el mundo de las ideas el razonamiento es el don inapreciable del hombre para aclarar y resolver todos los problemas que presenta el entendimiento.

2°.- La conciencia.  La conciencia viene a ser así como el santuario del alma. En ese templo invisible, pero existente y eterno están los altares donde tan pronto se adora al bien, como el mal, a lo justo, como a lo injusto. De las malas conciencias nacieron los Nerones y los Calígulas, los Marat y toda la negra prosapia de los tiranos.

En el orden moral la buena conciencia es la que ha creado los grandes benefactores de la humanidad, los mártires, los humildes servidores de la caridad y de la beneficencia.

Por eso, si la conciencia es ese santuario sagrado en que se rinde culto a la virtud y se estigmatiza el vicio, en él debe brillar como fulgente lámpara la luz de la razón; en la educación de la juventud debe formar el capítulo por excelencia como reguladora de las buenas acciones y como juez inexorable de las malas inclinaciones.

3°.- Reflexión meditativa. Hay en el hombre dos naturalezas distintas que no obstante tienen relación entre sí: las facultades intelectuales que tienden a la tierra, y las que se elevan a las más sublimes verdades de la vida espiritual. Hay en nuestro ser dos imperios: la muerte y la inmortalidad. El ser que tiene ideas constituye un yo, lo mismo que el que tiene sentimientos posee otro yo, y ambos componen un ser pensante e inmortal.

El hombre posee una facultad perceptiva que se sirve de órganos y que hemos llamado sensorium; por medio de aquella trasmitimos las sensaciones al cerebro las que van a fotografiarse en ese interior, la conciencia. Por medio del raciocinio el hombre recoge ideas, las compara, las pesa; por medio de la voluntad ejecuta actos. Es esta conciencia voluntaria la que se llama reflexión, la cual opera en silencio, hasta que la conciencia examinando los caracteres de las cosas percibidas por los sentidos, nos da idea clara de su realidad; este es el medio psicológico de realizar resoluciones que de otro modo no existirían. En resumen, la reflexión es un acto interior de nuestra conciencia que produce acciones.

El hombre vive del pensamiento, y para fundar sólidamente la deducción rigurosa de las cosas humanas acude a la reflexión y alcanza la razón de ellas a fuerza de razonamientos.

Por eso es necesario en nuestros colegios y escuelas implantar los métodos de intuición, investigación y experimentación, por medio de los cuales el alumno conoce las cosas, las analiza y las describe, desarrolla la facultad razonadora, establece teorías y deduce hechos, y por inducción llega a las soluciones, realiza hechos por medio de experimentos, comprueba fenómenos. En las ciencias prácticas este es un método de esclarecimiento que solidifica las hipótesis y establece la verdad científica.

4°.- La percepción. Es la facultad que, por medio de los sentidos, trasmite al cerebro las impresiones del mundo exterior. Así, si tocamos un cuerpo caliente, esa sensación va al cerebro por los nervios y nos da idea del calor; como si tocamos una masa de nieve tendremos la impresión del frío. Por el intermedio de los otros sentidos saboreamos todos los dones de la tierra, nos extasiamos en la armonía de los sonidos y absorbemos el perfume de las flores, contemplamos por las irradiaciones de la luz todos los espectáculos de la naturaleza. Esta es la facultad preceptiva.

5.- La memoria. La memoria es el almacén de la inteligencia y de la sabiduría, por  ella recordamos las ideas, las grandes fechas de la humanidad, las concepciones, juicios e imágenes que nos traen a la memoria los hechos de la historia que nos hacen convivir con todos los hombres en el curso de todos los siglos. Si es muy útil perfeccionar las percepciones de los sentidos, muy bueno es también educar la memoria. El animal irracional tiene memoria y voluntad, pero eso es en virtud de sus apetitos, de la ley ineludible de la conservación. Pero el hombre recuerda, elije y aplica las ideas al desarrollo de los sentimientos morales, de la piedad, del amor, del progreso, de la virtud. Montaigne la llamó la nodriza de las ideas. La memoria tiene a sus órdenes un agente poderoso que es la voluntad del alma, y cuando esta voluntad se pone al servicio de la memoria y de la inteligencia, cría genios y los héroes del valor, de la sabiduría, de la virtud en favor de la humanidad. La inteligencia conoce; el alma revela y ama, y la memoria es la que nos recuerda a Dios, el amor y la esperanza como una revelación de nuestro superior destino.

La memoria se aumenta, ejercitándola, dijo Cicerón; y por eso el maestro debe educarla en los alumnos haciéndoles aprender una y más veces trozos pequeños y escogidos de literatura, de ciencia, de historia, infundiéndoles a la vez el espíritu de verdad que contienen, los grandes acentos de la inspiración, el entusiasmo por las grandes ideas y por los acontecimientos notables. A pesar del sistema de Gall, la memoria es facultad que aún tiene perplejo al mundo científico. Nadie ha podido fijar la parte del cerebro que la hace trabajar. Especialistas en psicología han señalado hechos que constituyen verdaderas rarezas de la memoria. Se admite que ésta trabaja mejor por la mañana, cuando el cerebro está descansado, que por la noche.

Los fisiólogos confirman que la memoria se rebaja en los anémicos y dispépticos, y que mejora con los estimulantes, favoreciendo en la masa cerebral una circulación más intensa; algunas fiebres la disminuyen, y cítase el caso de un médico distinguido que después de una fiebre pertinaz no recordaba ni podía comprender la letra F. Un militar que en la guerra del Transvaal perdió un pedazo de cerebro, de cuya lesión curó, no recordaba el significado de los números 5 y 7. Cítanse casos numerosos de personas atacadas por la viruela, pobres de memoria, que la mejoraron sorprendentemente después de la enfermedad. Parece que las grandes emociones de la vida son un incentivo poderoso para recordar. En el terror de un trance de muerte, por ejemplo, se ha visto pasar todo el remoto pasado de la infancia, los recuerdos más insignificantes y alejados, por la memoria, como si ésta acudiera a algún punto del cerebro donde estuvieran almacenados.

La facultad recordativa en los animales es un hecho frecuente que sorprende por la exactitud con que se verifica. Los perros de los mercados de París aguardan en la puerta de los mataderos los tres días alternados de la semana en que se beneficia el ganado, sin faltar un solo día.

6°.- Educación de la voluntad. Por la educación de la voluntad formamos el carácter individual, sustentáculo poderoso para dar base y vigor a nuestras acciones inspirándonos esa confianza para obtener éxito en todas nuestras empresas.

En el mundo moral la voluntad presenta todo los grados de fuerza y acción; nula en el autómata, se desborda en el intransigente. Es la verdadera dinámica de la inteligencia que actúa una vez que la conciencia ya convencida, necesita manifestarse por actos directos sobre el mundo exterior. De aquí se deduce que educar la voluntad es uno de los actos más importantes de nuestra vida social y moral. No se debe, pues, nulificar la voluntad ni bajo la dirección paternal, ni menos bajo la acción educadora del maestro, es necesario dirigirla. De otro modo, crearemos autómatas e ilotas en vez de ciudadanos, es degradar por la fuerza o el temor las primeras intuiciones del niño, es destruir esa curiosidad infantil que comienza por el placer que le causan las primeras sensaciones de la vida, que más tarde serán nociones de virtud, de dignidad, de honor. Cultivar esa preciosa función es el modo seguro de suprimir caprichos, indolencias, almas débiles, la falta de dominio de sí mismo, grave obstáculo, más tarde, en todos los actos de la vida moral y de la vida orgánica.

Libre el hombre, ilustrada su conciencia, sus actos están sometidos a la voluntad consciente, y dirigidos hacia el bien por los impulsos de las leyes morales y sociales que le separan de la influencia mórbida de los sentidos, de las pasiones bajas, del vicio. Los malos hábitos, como la pereza, la indolencia, los deseos desordenados encuentran campo abierto en voluntades débiles, en almas sin carácter; y entonces todas las tentaciones que son los pretextos del perezoso, son otras tantas caídas a las cuales no se resiste, sobre todo, si la acción pecaminosa cae en el extenso círculo de los vicios. Resistir las tentaciones, despreciarlas, es tener dominio de sí mismo; se dibuja entonces la propia individualidad, ese poder de levantarse sin otro auxilio a la condición de hombre fuerte que sabe poner freno a la vida tumultuosa y dignificar los días de su existencia. Ese hombre así constituido dará carácter y timbre de veracidad y confianza a su fisonomía moral arrastrando en su favor la consideración y respeto de la sociedad. Insisto, pues, en que los maestros infundan en sus educandos hábitos de orden, puntualidad, medida del tiempo, división del trabajo en las obligaciones, constancia en repetirlas, para acomodar nuestros actos a la reglamentación de las horas. Es decir, voluntad persistente para regularizar todos los actos de nuestra vida; y todo sistema de enseñanza que olvide el ejercicio de la voluntad es un sistema antipedagógico que destruirá el molde típico del hombre social. Formaremos así una generación de padres incapaces, de ciudadanos inútiles, aniquilando los caracteres de la raza y todas las virtudes cívicas que engendran el amor a la patria. Ya lo dijo Urbano Gohier: «la abolición de la voluntad en los individuos vuelve a la nación cobarde y pasiva, presa de todos los agentes de conquista y desmoralización.» La voluntad es una parte esencial del mecanismo social: valor, prudencia, perseverancia, exactitud, ideas de orden, probidad, supremacía de la virtud y del honor serían vanas palabras en el mundo de la inteligencia y de la sociabilidad.

En ninguna parte se ve más patente la acción de la voluntad ejercitada que en algunas imperiosas funciones de la vida orgánica. Así, por ejemplo, el sueño es una función de la cual es muy difícil sustraerse. Fisiológicamente, cada hombre debería dormir cuando quiere: y es fuera de duda que la costumbre ejerce en este punto una marcada influencia. Napoleón, Gladstone y otros hombres célebres habían llegado a cultivar esta facultad hasta el punto de poder dormir tan pronto como tenían tiempo u oportunidad, en cualquier lugar y de cualquiera manera. Se citan casos de individuos que pueden respirar a voluntad, según el dominio que han alcanzado sobre el aparato de la nutrición cerebral. Tal es el poder de la voluntad educada. Un hombre sin voluntad es un fragmento inútil del complicado organismo social.

7°.- La imaginación es la facultad de combinar, transformar y enaltecer, si es posible, las ideas que nos han hecho percibir los sentidos, por el brillo de la inteligencia, por la fe que inspira la verdad, por el entusiasmo que producen las grandes acciones, los hechos providenciales suspendidos en las nieblas del misterio y coloreados por una fantasía ardiente, por un deseo irresistible de ser útil, de realizar esfuerzos supremos. Así fue como el gran Colón, a pesar de todos los abismos del Océano y de las resistencias de la ignorancia, se forjó en la imaginación, por sus conocimientos náuticos y geográficos la existencia de un nuevo Continente y para gloria y bienestar de la humanidad surgió la América, el 12 de octubre de 1492.

8°.- Entendimiento. Es la facultad de juzgar y raciocinar. Por el juicio se afirma la verdad o inexactitud de las ideas; si los sentidos no engañan al apreciar las sensaciones podrá el entendimiento dictar un juicio. Por el raciocinio se deduce una idea de otra. Si sembramos una semilla en buen terreno, sabemos que se producirá una planta con tronco, ramas, flores y frutos; la semilla, pues, es la productora de frutos.

El raciocinio puede generalizarse de una idea particular a otra general. Si tomamos un pedazo de hierro, sentimos en el acto su dureza y su peso, y si a nuestro alcance están otros iguales, nos formamos la idea de la dureza y de la pesantez. De modo que en el raciocinio preside, como elemento, el análisis, que es el que confirma la relación que une dos proposiciones, colocando entre ellas otra intermedia que nos sirve para buscar el fin que nos proponemos. El raciocinio es así una gimnástica intelectual que ensancha nuestra inteligencia y nos capacita para llenar todos los actos de la vida.

Las facultades intelectuales se auxilian unas a otras; pero los grados de energía son diferentes en ellas. Así, la percepción es la primera que nace en los primeros días de la vida; después, sigue la memoria; la imaginación adquiere pujanza en la edad viril, cuando los años y el estudio han acumulado un arsenal de ideas y de hechos, y entonces entra a reinar en toda su plenitud el entendimiento. Parece, pues, muy racional que en la enseñanza tengan los maestros muy presente el desarrollo gradual y constante de cada una de estas facultades, sin exagerar la esfera de acción de cada una de ellas, cultivando armónicamente sus diferentes modalidades, presentando al alumno las ideas, los objetos enlazados de manera simple y comprensible, variando en cada facultad el método para obtener de cada una de ellas todo lo que exige la ciencia y aconsejan los principios de una pedagogía racional.

La ciencia y el arte poseen elementos numerosos y útiles para educar la inteligencia y desarrollar las demás facultades.
Pero es necesario, al enseñar, tener presente la edad del alumno, su desarrollo mental, su carácter, su constitución, pues de otro modo sería forzar su naturaleza, su desarrollo orgánico. En el niño debe comenzarse por la enseñanza objetiva, después se generalizan los conocimientos, a medida que la inteligencia y la memoria vayan asimilando ideas, y esta es la natural graduación de una enseñanza positiva. «Proceder así, dice Galindo, no es más que imitar a la naturaleza: los niños en esa edad primera, agitados de curiosidad incesante, se entretienen en verlo todo, en examinarlo todo y es verdaderamente admirable el número de percepciones con que diariamente enriquecen su inteligencia. Así llegamos a conocer las principales propiedades de los cuerpos antes de que se nos enseñen en los cursos de Física; así descubrimos los axiomas de la Geometría; así, en fin, acumulamos en nuestro pensamiento incontables verdades de todas las ciencias, sin darnos cuenta de ello.»

Se deduce de esto, que todo buen sistema de enseñanza debe tender a que el alumno comprenda y aplique lo que se le enseñe. A la teoría debe seguir la prueba por la experimentación, y este es el modo didáctico de hacer de nuestros alumnos hombres prácticos y emprendedores.

Los párrafos anteriormente compartidos deberían ser motivo de profunda reflexión por los distintos actores del sistema educativo nacional (MINED El Salvador). Seguiré compartiendo la obra del Dr. David J. Guzmán, como lo manifesté; en lo personal, creo que es una joya de la literatura, de ahí que padres de familia, docentes, alumnos e incluso equipos técnicos del Ministerio, podemos encontrar en las letras del Dr. Guzmán un valioso recurso que llevado a la reflexión con nuestros estudiantes, podría coadyuvar con los esfuerzos que se realizan por mejorar la calidad del sistema educativo. [i]




[i] Cursivas personales

viernes, 4 de diciembre de 2015

Calumnia, envidia, maledicencia, fraude, delación

Moral práctica

Dr. David J. Guzmán
El puñal que abre ancha herida y arrebata la vida es cruel e infame; pero el puñal que causa más daño persistente, más dolor, pena más intensa, es el que en las sombras hiere el alma y blande la calumnia. Esta hiere a mansalva la honra, entenebrece la vida de los seres, inocula como reptil su letal veneno, y clava su zarpa en la indefensa víctima. La zarza espinosa arranca al pasar el blanco vellón de las ovejas, y en las sendas escabrosas de la vida la calumnia arranca el honor y vierte su aliento impuro sobre todo lo que enaltece el espíritu y eleva el corazón.

Amor, virtud, amistad, genio, saber, abnegación, heroísmo, inocencia, nada vale a sus ojos, y clava su saeta envenenada en un Dios que redimió al mundo, en un Dante que condujo al destierro, en Aristóteles que tuvo que envenenarse para libertarse de sus calumniadores. Heráclito se retiró a los bosques para librarse del odio y calumnias de sus conciudadanos; Bacón fue tratado de Brujo y Petrarca odiado por sus versos; Descartes huyó a Holanda por sus ideas filosóficas, y Sócrates tomó la cicuta por sus virtudes que sus enemigos declaraban crímenes, y Anaxágoras encadenado por haber emitido una idea elevada del Ser Supremo. Y así, la calumnia va azotando, como incendiaria tea, los suntuosos palacios como la humilde choza del campesino, llevando a todos los mortales el dolor, la tristeza y la ruina. Pero suena la hora de la redención, llega el alba de la esperanza, y la verdad alumbra todos los senos del oprobio que causó la calumnia y el vil calumniador dobla la cerviz ante la justicia divina.

La maledicencia es hija legítima de la calumnia; es la murmuración, deleite de las almas bajas, para las que desollar al prójimo, es una necesidad vital. Para ganar méritos que no tiene, se apoya en la envidia y la venganza; es como esas bolas de nieve que de débil copo que eran cuando comienzan a rodar, se tornan al final en esas masas que aplastan cuanto encuentran.

No hay que creer que la maledicencia solo exista en la palabra; está en una sonrisa burlona, en una mirada torva y malévola que dicen más por la duda que inspiran y muchas veces injuriosas. ¡Cuántas veces una mirada imprudente mancha una frente pura, como una sonrisa aleve puede ser estigma de ignominia!

La murmuración es enemiga insidiosa que se alimenta lanzando palabras mal intencionadas, términos indecisos, el vulgar «se dice» que hace un crimen o una locura de una acción inofensiva o involuntaria. Es verdad que la ley moral nos ordena que amemos al prójimo como a nosotros mismos, pero lo que es el maldiciente con todo y catecismo le da a la humanidad contra una esquina.

La envidia es una innoble pasión que a modo de pólipo del organismo moral, brota en las entrañas de las almas pequeñas, degenera en ellas toda sensibilidad y amor, destruye el sujeto moral de la persona, perturbando todos los resortes de la vida social y de la familia. La envidia atisba al mérito y a la dignidad, a la virtud y a la belleza y aliada con la calumnia va por el mundo sembrando la discordia y las penas, el egoísmo y la ignominia.

Cuando la estimación propia está basada en un principio de justicia, cuando los méritos se presentan sin ostentación, entonces es un sentimiento noble de nuestra naturaleza y las alabanzas deben recibirse con modestia. Enseñemos, pues, a nuestra juventud a ser modesta y humilde.

El fraude o engaño es toda acción contraría a la verdad o a la rectitud. Tiene por auxiliares a la mentira y a la intriga; y bien desgraciada es una sociedad que se ve rodeada de gentes que anteponen a todo honor y a toda justicia el engaño para acarrear pérdidas de dignidad y de dinero, y enciende en los ánimos esa guerra de iras y represalias propias para perturbar el orden de los negocios o las legítimas aspiraciones del mérito. Por eso lo que se predica en nuestro medio ambiente, en relación con virtudes tan nobles como la sinceridad y la probidad; está destinada a concluir con la industria del fraude, que es la de los caballeros de industria, con la holgazanería de los que quieren vivir de los otros, que es la industria de la pereza.

Delación. El punto se reduce, tratándose de escolares, a esta pregunta: ¿Tiene el maestro el mismo derecho que un juez para obligar a que se le diga la verdad? Casi todos los moralistas y pedagogos eminentes contestan categóricamente: el maestro no goza de los mismos derechos del juez; el paralelo entre un institutor y una Corte es falso. El maestro, pues, no puede compeler al alumno a que cometida por un compañero debe ser el último recurso que toque, pues de otro modo caería en la represión inquisitorial prohibida por la ley. Hay en la palabra del maestro una fuerza que bien dirigida, puede mover los sentimientos de hidalguía del escolar, para obligarle a decir la verdad y delate a un compañero, ni puede castigarlo porque no habla. El maestro puede servirse de otros medios para esclarecer la verdad; la insistencia directa a la denuncia de una falta.

La chismografía es una peste que asola todos los buenos sentimientos, crea odios, a veces dilatados, acostumbra al niño a la venganza. No es racional ni humanitario hacer al alumno preguntas comprometedoras de su honor, en punto a delatar a un compañero culpable, aún sabiéndolo. Es preferible para el maestro eliminarse en todo asunto que involucre culpabilidad del alumno y excitar la caballerosidad de los escolares para que ellos mismos castiguen al que ha procurado eludir la responsabilidad. Es decir, no mentir, ni delatar es una clase de ética que se da en la muy famosa escuela militar de West Point (EE. UU. De América.)

Del punto de vista político me atengo en un todo a la opinión del ilustre y digno Presidente del Ecuador, General Leónidas Plaza: «Quiero que sepa, señor Gobernador, que durante el período de mi mando en el Ecuador no habrá policía secreta en su ruin aspecto inquisitorial de perenne espionaje y delación continua: dos grandes inmoralidades que manchan a los Gobiernos y crean conflictos sociales, cuya amargura hemos paladeado en repetidas ocasiones.»